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Oré al SEÑOR mi Dios y le confesé mis faltas. Le dije:

«Señor, Dios grande y poderoso, que guardas el pacto y proteges a los que te aman y cumplen tus mandamientos, hemos pecado, hemos cometido crímenes, hemos sido malvados y nos hemos alejado de ti y de tus enseñanzas. No hemos hecho caso a las palabras de los profetas, tus servidores que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres, y a todo el pueblo.

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